Sunday, June 9, 2024

Rocío Boliver, La Congelada de Uva, en el centro del infierno: León, Guanajuato, México.





Hoy estuvo La Congelada de Uva en León, México, nido de unos de los seres más grotescos y chorreantes de odio: clérigos con o sin sotana. Seres que rifan estructural, política y mediáticamente observando para, según mi percepción, desvirtuar, quitar vigor a la vida en esta parte del mundo. Y si los mencionamos ahora, es sólo por ser arquetipos infamantes -contingentes en sí mismos-, de un conjunto mayor que nos agobia al respirar de manera común en estos lares o modos de la sustancia, diría Spinoza.

Lo esencial es que Rocío Boliver provocó la vivencia con el "grave silencio ante lo sagrado". Hablando entre humanos, la verdad fue posible.

La voz de la belleza, de la bondad, de lo neto encalla en el propio cuerpo y sus nexos que son apertura con lo necesario, de manera absoluta: mientras habla Rocío, quien deviene más allá de su nombre en una madriguera donde la vida acucia y canta, como se debe, "a grito pelado".

Platón con ella bailaría, bien puto, quizá, pero le entraría sin bronca a lo que de real nos recorre y hace ensoñar desde las arterias. Nietzsche se la arrancaría del brazo.

Y estuvo en León, una de las ciudades de corazón más corrupto.

Cuánta limpieza, cuánta pureza hay en la palabra que vincula con la sensación de estar o ser mientras La Congelada de Uva deroga esos límites impuestos, impostores, que el niño dios -seguramente violado, agasajado, defenestrado por un cura católico fue, es y será- nos sigue creando. Qué hijo de puta el tal niño, qué vida tan acuciante más allá de tal coágulo con cara bonita.

Antes reventó un cristo crucificado: espontáneamente se fue al suelo. 'Es una señal,' le dije a la chica que acudió a recoger los trozos. Y así fue: Cristo vuelto ortodoxo es una herejía. Y la iglesia cristiana de Roma, cuya cabeza actual es el siniestro Ratzinger, o lo fue el protector de viola-niños, karol wojtila, (juan pablo segundo cuyo nombre y estatua ensucian aún la ciudad de León) se atre por prevaricadora tal destino. Qué chido: ojalá que la existencia, aquí y ahora, vaya siendo menos gazmoña. Que se quiebren contra el suelo tantas, lo digo con reflexión, tantas pinches pendejadas.

Qué limpio se va sintiendo uno mientras observa el arte de La Congelada de Uva en una de las ciudades más cochinas de este continente. Cuántos enigmas vinculan el ansia por entender y por llegarle al respiro de manera fraterna.

Rocío Boliver, Grande Dame del arte contemporáneo, vino a León y la ha purificado en sentido estricto.

Después de estar con La Congelada de Uva, ¡oh dioses!, la vida merece ser constituida y a todo deseo: merece ser vivida, cueste lo que cueste.

El mejor evento artístico habido en este año aquí en León, sin duda.

Cuánta intensidad vuelta hermosura neta, cruda, y a unos pasos de cualquiera de nosotros.

Fue magia, como dijo alguien. Y León se prende.



Este texto lo escribí hace años. Lo encontré entre drafts, me dio risa y lo publiqué.
 
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