Donde todavía quienes se llaman a sí mismos artistas mendigan unos centavos o simbólicos apoyos para su obra o actividades, a cambio de la complicidad con un instituto que escamotea el derecho democrático de optar por la alta cultura, la primavera no pasa.
Donde quienes animan la corrupción de las instituciones públicas son los mismos que se manifiestan e indignan en la plaza pública, bien a la vista y bajo reflectores publicitarios y cobertura de medios, por los asesinatos crecientes de periodistas, llevando el cinismo hasta la radicalidad y el prodigio, la primavera no pasa.
Donde el silencio lucrativo acompaña la pobreza crítica con que se educan los estudiantes en casas-habitación convertidas de la noche y a la mañana en decenas de escuelas de educación básica, media, media-superior y superior gracias quizá a la opacidad que constituye el talante del Instituoto de Infrraestructura Física Educativa de la Secretaría de Educación Del Estado de Guanaguato, la primavera no pasa.
Donde la pobreza crítica origina universitarios cuyas habilidades corresponden a pupilos de educación elemental, carne de manipulación mediática, nacidos para perder, la primavera no pasa.
Donde un arzobispo se hace con la máxima autoridad política y corrompe y desvirtúa sin límite ni retroceso la vida comunitaria con el apoyo genuflexo de quienes gobiernan, la primavera no pasa.
Donde enjambre, manada, jauría, parvada, cardumen se diluyen en rebaño, la primavera no pasa.
Donde visionar este vídeo y después mirar en torno las concreciones de la vida y los otros abraza el vértigo de retroceder siglos con tan sólo parpadear, la primavera no pasa.
Y sin embargo, aunque la primavera no pase por Guanajuato, que pase es lo que importa.